Gallardón, hombre de grandes ideas, se ha superado. Mientras su Partido berrea constantemente ante las medidas del Gobierno de Rodriguez Zapatero para paliar la crisis, pidiendo más dinero para garantizar los ahorros o poniendo el grito en el cielo ante el aumento de las cifras del paro, el alcalde de Madrid, miembro del Partido Popular (nunca esta mal recordarlo), idea una nueva ordenanza municipal en la que mandará al paro a todos aquellos hombres-anuncio y repartidores de octavillas.
¿Por qué?… Porque es «vejatorio, degradante, y les fuerzan a ser soportes publicitarios». El alcalde de Madrid y la Delegada de Medio Ambiente, Ana Botella, sentencian que el trabajo de hombre-anuncio o de los repartidores de octavillas es realizado por «personas obligadas a cargar con grandes carteles que atacan su dignidad, vejandola por estar sometida a ese trabajo». Junto con esta medida, se establece que los anuncios, colocados en los andamios de edificios, no pueden estar desplegados más de 6 meses, además, se implantan formas de disminución de la «contaminación luminosa». Iniciativa que el Ayuntamiento de Madrid intentó llevar a cabo hace meses, pero se encontró con el rechazo de los empresarios. La cruz de esta cara dura nos la encontramos en los llamados «chirimbolos». Aparatos «cacovisuales» colocados en zonas verdes, en su mayoría, que sirven de anuncio y promoción de aquellas campañas que las altas marcas pueden pagar al Ayuntamiento, y que por supuesto, cuentan con el suficiente presupuesto para preferir costearse un chirimbolo que no un hombre-anuncio o en su defecto repartidor de propaganda.
Es curioso como en Madrid se privatizan hospitales, canales de agua y transportes, pero es mas curioso como se intenta «poner trabas» a aquellas empresas privadas que no pueden pagar a una pública la promoción de su producto, con la preocupante crisis y el escandaloso aumento del paro que sufre nuestro pais, según el PP. Esta medida del alcalde de Madrid en pos de la dignidad choca con otras medidas que exigen mas atención por parte de la Administración, y donde sin lugar a dudas, la vejación, la obligación y la falta de dignidad son factores evidentes para la mayoría de la sociedad, como por ejemplo, la prostitución, de la que el Ayuntamiento de Madrid no se ha preocupado de regular, solo vigilar mediante cámaras en Montera, o desplazándola desde la casa de Campo a polígonos del extrarradio.
El clasismo en el Partido Popular de Madrid parece propio de la Ley de Vagos y Maleantes del franquismo. Todo aquello que atente contra lo que a una cierta clase social, ideología, o forma de vivir de 4 gobernantes, entienda como vida digna, es destruible. Los jóvenes de Madrid no trabajan enchufados en la multinacional del papa de turno con apellido compuesto, a los jóvenes de Madrid no les molesta ver a una persona ganándose la vida como mejor pueda y a los jóvenes de Madrid no les supone ningún tipo de vergüenza el pagarse los estudios, o ganarse la vida, repartiendo folletos del telepizza, una escuela de idiomas o un restaurante. Porque al alcalde de Madrid no le importa la dignidad ajena, sino su moral propia.
Es vergonzoso como los órganos de Gobierno de la Comunidad de Madrid parecen querer «embellecer» la ciudad. No quiero pensar que la disminución luminosa, la creación de chirimbolos, la construcción de instalaciones, hospitales, metro, o enviar al paro a cientos de anunciantes callejeros, sea debido a ganar una posible cantidad de votos en las elecciones por parte de los mas «refinados», o incluso peor, que todo esto se deba a una meta absurda para lograr conseguir unas olimpiadas.
Sea como sea, el Ayuntamiento de Madrid va a dejar sin trabajo a cientos de personas, aunque Ana Botella diga que no entiende que «la prohibición de los hombres-anuncio tengan tanta trascendencia con lo que esta ocurriendo en España». Encima de ser una Administración Pública, en manos del PP, la que quiere ampliar las listas del INEM, la señora Botella es capaz de decir que no entiende porque tiene tanta trascendencia con el momento de crisis que sufrimos, que por supuesto, para el PP, es culpa de PSOE y no de la gestion de su amigo G.W. Bush.